Me gustaría fotografiarla, pero no puedo, no debo, no quiero hacerlo, sé que no gusta; he de conformarme con escribirla, con adornarla entre palabras, que no harán justicia, a Luz Divina, y su receta de huevos de cristal con bechamel; que cocinó para sus jefes. Nunca se casó, aunque me cuenta que tuvo pretendientes que rechazó; no sé, si en algún momento, de su caminar pausado, agónico, sosegado, se arrepiente de su soledad, de no de adaptarse a otra sombra, de soportar el exilio de un compañero, que la susurre, que la abrace, que la consuele, en la enfermedad, en la vejez, en la insignificancia. Hablo siempre con ella, cuando me la encuentro en la calle. Hoy me cuenta su receta de huevos, que no eran rellenos, iban más allá; pretendían conquistar a estómagos hambrientos que repitieron. Se para por los dolores e intenta recordar los ingredientes, pero la falla el apetito del tiempo, que siempre nos devora
Ana Tapias( todos los derechos reservados).
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