-Me dice un amigo, hace un frío del carajo-. Me gusta el frio, me hace sentir viva y con ganas de volar. Eso sí vuelo con muchas capas de grasa en mí cuerpo. Mi cuerpo camina entumecido por mis kilos de ropa de más. Sonrio, sonrio en la calle. Al llegar a casa descubro que el frío me ha dejado la piel roja y llena de interrrogantes:
¡ Cúando volverá el calor!.
¡ Cuáno dejarás de ser una valiente del frio!
¡ Cuándo te estarás sentadita en vez de ir a caminar!
-Cuándo me dé la gana- respondo sin acritud.
La acritud es una huella de mí cáracter. La acritud y las fotografias. Mi mente no descansa, hace fotos sin parar. Ayer me encontré con éstas hojas mojadas en la basura y sentí envidia de ellas. Envidia de su tranquilidad. No se hacen preguntas, no deben responderse. Nada las inquieta.
¡ Quiero ser hoja!
Ana.
No hacen falta capas de ropa; ahora venden unas prendas chachis que te abrigan muchísimo, sobre todo parcas especiales para salir al campo.
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