En mi paseo diario, si no llueve o nieva soy fiel a él: me encontré con la nieve. No había mucho. Antes me recordaban a los helados de nata.¡ Qué ricos! y a los polvorones. Eso era antes que tenía algo de ansiedad. Ahora las montañas nevadas no me recuerdan a comida: sólo las miro y sonrio.
Procuro sonreir siempre pero sí camino lo hago más: me gusta la soledad. Cuando camino no pienso, sólo camino.
Ana.
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