El metro los sábados tarda más en pasar: he bajado sola un tramo de escaleras mécanicas y en el anden apenas había gente. En el vagón donde iba, un joven con cara de sueño me miraba. Pensé no habrá dormido. Luego coincidi con él en el autobus. Media hora de cola, para tener un buen asiento.Me senté en segunda fila, me gusta mirar la carretera. Saludé a mi compañero de asiento, que no me respondíó. Pensé que era un mal educado. Le oi hablar en francés. No me habia entendido. Me pasé el trayecto, leyendo a Kenzaburo Oe: uno de mis autores favoritos. En la estación me esperaba mi amiga, Alicia , y nos contámos la semana. Ahora espero a mis sobrinos, antes he necesitado escribir mi viaje. Un viaje tranquilo a la ciudad a la que amo.
Ana
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