Ayer contemplé una escena cotidiana con esmero.
Un hombre bien vestido arrojó al suelo una bolsa de gusanitos vacía. Siguió su camino tranquilo, inconsciente de su delito. Las bolsas como los ricos también lloran. La bolsa derramaba lágrimas mientras se tambaleaba de uno al otro lado del suelo, no tenia fuerzas para elevarse. El viento había decidido que agonizará en el suelo. Señores, señoras y niños seguían su camino indiferentes a su sufrimiento. Ellos también se tambalean y nadie les ayuda. Ellos también se vacían y nadie les ayuda. Ellos sólo ellos pueden recoger la bolsa y ser humanos. ¡ No hay humanos!
Ana Maria Tapias Garcia.
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