Pinturas románicas sobreviven algunas escondidas otras no. Sobreviven a las interpretaciones de los entendidos y de los no entendidos. Sobreviven con minusvalias silenciosas que claman ser restauradas. Restaurar tiempos donde las imágenes eran más valiosas que las palabras. Tiempos analfabetos donde la cordura era un confesionario a donde acudir. Confesionario con reliquias impuestas ante las que nadie podia objetar. Nadie podia decir no ni tan siquiera las imágenes.
Ana Maria Tapias Garcia
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