Paulino se aferra a su bastón, sus piernas debilitadas se abren paso lentamente entre las calles que corren a su espalda.
Paulino sube cuatro pisos con muchas escaleras, luchando contra un enemigo al que es difícil de vencer, pero su paciencia y su tenacidad lo logran. La lucha librada en el corazón es la más grande de las batallas, superarse a si mismo es un triunfo.
Ayudé a Paulino, su hija iba por sujetándole por detrás, a llegar a la cima, y al final me sonrió. Su sonrisa me liberó de la escalada a mi muro de sueños, donde me dejó vencer a veces por la desesperanza y la rutina implacable, sé que como Paulino lo lograré, y mi sonrisa me liberara de la tristeza. Gracias por ser un héroe para mí.
Con todo mi cariño a Paulino Rubio y su familia.
Ana Maria Tapias Garcia.
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