Una lágrima cayó en la arena cuando Peret nació. No está muerto está de parranda, en un ataúd rodeado por dos guitarras: la suya, con la que ama el mundo, y otra de flores que huelen a despedida. Su voz se ha quedado pegada a nuestros corazones, de donde la rescataremos los días que queramos bailar la rumba catalana.
Descansa en lo pies de quienes siempre bailaremos contigo.Con todo mi cariño a Peret.
Ana Maria Tapias Garcia.
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