Tambores contaminan las calles de dolor, la muerte de Jesús, crufica corazones que lloran encapuchados, los desvelos de un hombre, que somos todos, de una madre que se ahoga al ver a sus hijos desahuciados, bajo el yugo de los otros romanos, que invaden la economia con miopía.
Saetas del pueblo, quitan los clavos con las manos, para no ser enterrados vivos, para sobrevivir a su Via Crucis, para soñar con el aroma de azahar.
Ana M Tapias G
No hay comentarios:
Publicar un comentario