Las amapolas mueren rápidamente, sus pétalos se desgajan de su cuello, que queda marchito, abandonado, desdibujado; en medio de una telaraña de silencios. Nuestra vida muere lentamente, mientras nos preguntamos quiénes somos, y qué nos espera al otro lado. El deseo de ser fuertes, valientes, aguerridos guerreros; hace que plagiemos a otras sombras; que se desvanecen bajo la lluvia; que nos regalan lágrimas; que nos cubren de envidias y mentiras. Las amapolas son más sinceras con el viento, que nosotros con el espejo.
Ana Tapias
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