La lluvia, resbala por el patio de vecinos, como si fueran los palillos de los tambores, que tocan en Semana Santa. La agonía es eco en las puertas, en las ventanas, en las pinzas, en la ropa tentida, en el alma de los cadáveres que inundan el aire. La lluvia, arrasa sonrisas escondidas detrás de los cristales, que anhelan sobrevivir al recuerdo.
Ana Tapias
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