jueves, 6 de septiembre de 2018

Monet y el cocido de mi madre

En la época de las postguerra española, había poco  que llevarse a la boca, debido a la crueldad de las dos guerras   unidas en el tiempo: primero, fue la española; luego, la Segunda Guerra Mundial; siendo campos de batallas también  las cocinas. En la ciudad, el hambre se apretujaba en la cartilla de racionamiento. En el campo, el hambre se criaba, se cultivaba, se regaba.  La señora" Evarista", mi abuela, paterna, servía, cada día, cocido a sus ocho hijos y marido, de estómagos, curtidos, en las faenas interminables del campo.  A mis hermanas, y , a mi, el cocido, de segunda generación, no nos sacaba  de la carencia de horas de ayuno;  por  eso, no lo atesoramos como un recuerdo de digestión. Mi madre, tuvo que ir acostumbrándose a cocinarlo los jueves;  recreándose en otros alimentos más interesantes a nuestras miradas cansadas de ver comida.  Imagino a mis tíos paternos, devorando""Naturaleza muerta" de Monet( 1864). Soñando con traspasar la frontera de la realidad, para tener fuerzas por la tarde al acompañar al señor"Saturnino", mi abuelo paterno; quien, llevaba, vacas y ovejas,  por caminos sin expugnar. El cuadro de Monet, nmunca fue admirado por la sociedad, era un pedazo de carne sobre una mesa, igual que el cocido de mi madre
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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