sábado, 1 de septiembre de 2018

Retratos

El retrato de la madre,  aún joven;  acaricia al de la hija, ya octogenaria. La madre se llamaba, Juliana, tuvo 18 hijos; pero sólo sobrevivieron ocho. Tener hijos a finales del siglo XIX y primeros del XX, no era tan fácil como ahora. No había hospitales, ni vacunas. Imagino que mis tios- abuelos, murieron del sarampión, la gripe, diarrea. La hija, nunca se casó fue la solterona de la familia. Cuidó a sus hermanos pequeños como si de su madre se tratará; entre ellos a mi abuelo, materno.  La tía María, a quien no quise dar un beso pocos días antes de morir, siempre he cargado con esa culpa. Fue amortajada con la sábana que bordó para su ajuar y que nunca pudo usar. No sé porqué,  de entre todos mis tios-abuelos, es la que con el paso de los años considero más fuerte, más valiente, más libre. Mi bisabuela Juliana,  murió con sesenta años. Mi tía María con 86 años, ambos son parte de mis retratos genéticos con los que, cada día,  he de aprender a amar, a soñar, a llorar, a abrazar a un horizonte desde donde me aconsejan, que pese a las derrotas siga  y eso hago
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©

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