En la fotografía,
aparecen cuatro chicos jóvenes, uno de ellos, es mi abuelo materno. Apenas lo
reconozco, pero sé que es él, por la memoria fotografía, que me ha legado. Los
cuatro van chaqueta; uno de ellos fuma; tal vez, fuera domingo, y se pusieron
elegantes. A mano izquierda, aparece una castañera, envuelta en un traje negro,
con pañuelo; trajinando, para vender y sobrevivir. Estamos, en la España de los
años treinta, del siglo pasado; antes de la guerra, lo imagino por sus rostros
alegres, despreocupados, ajenos a la tristeza, a la pobreza, a la desolación,
que llegaría a este país, cuando se enfrentaron hermanos contra hermanos;
ignoro la suerte de los amigos, de mi abuelo; mi abuelo murió con 75 años, a
causa de un cáncer de vejiga, que le iba mermando día a día. Recuerdo su
sufrimiento, en el que me veía reflejada, pues, cada día, moriría junto a él;
lloraba junto a él; suspiraba a su madre junto a él. El tiempo, nos invita a la
euforia del momento, a la que viajamos, gracias a las imágenes que nos dejan en
un ayer, poblado de esperanza
Con amor a la memoria de
mi abuelo materno. Nunca te olvidaré, querido, abuelo.
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