Desde las entrañas del dolor, niños con sus uniformes de enfermos asisten a la representación de los payasos: el tonto que no es tan tonto, el listo que no es tan liso y la payasa con coletas que tiene una bolsa de chuches, que no va a compartir con ninguno de ellos, pese a su insistencia. Padres, abuelos, hermanos, y tios asisten con preocupación e intentan sonreír ante la enfermedad, es difícil hacerlo.
Desde las entrañas del dolor payasos pueblan los calles de la ciudad. Intento convencer a Alonso de lo bella que es la casa donde vive, con payasos como vecinos. Alonso conectado a cables que no entiende, no me contesta. Sé que piensa que está mejor en su casa, donde los únicos cables que le atan son los de sus juguetes.
Desde la entrañas del dolor hay narices de payaso en cada esquina.
A Alonso que es un valiente, mi heróe
Ana Maria Tapias Garcia
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