Se llamaba Julio Miralles y se ha suicidado en la cárcel, en donde ingresó tras apuñalar al empleado de Bankia que arruinó a su familia, un viejo conocido de ella. La justicia es tan injusta que a veces hombres como Julio desesperados la ejecutan. La justicia malvive en manos de ministros-legisladores quienes deberían cruzar las calles de los números rojos de los ciudadanos, y no sólo mirar ecografias. El legislador es el culpable de cada suicidio que se produce, porque es su responsabilidad crear condiciones para que los ciudadanos no tengan que apuñalar a quien les robó sus vidas.
España son muchos Julios desesperados. No más muertes por la violencia que ejercen los bancos.
Ana Maria Tapias Garcia.
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