Es curioso como la moneda, a veces, tiene una misma cara, la cara de la derrota. Estos, días, que estuve en Madrid, contemplé rostros, sentados, en las sillas del metro. El viernes por la tarde a la hora que la, cara, de los millonarios de la Roja, se desfiguraba, una mujer, rubia, perdía la sonrisa ante el cansancio. Tendría, unos, cincuenta años, minifalda blanca, botas negras, abiertas, que dejaban ver sus uñas pintadas de negro, sus ojos se ocultaban, tras, unas gafas de sol, su expresión era ,más, atormentada que la de los jugadores españoles. Le habían metido un gol en su propia portería. Sacó de su bolso, al que se aferraba, crema de manos que extendió por sus lágrimas, como la de los jugadores, que se reflejaban en los caras de los ciudadanos, que necesitaban una esperanza, que suavizará la derrota, su derrota. Esa derrota que acumulamos tras siglos de guerras.
Ana Maria Tapias Garcia.
Ana Maria Tapias Garcia.
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