El sábado en la linea, circular, del metro de Madrid a las doce menos cinco de la mañana, se produjo un milagro. Los usuarios miraban cabizbajos hacia el suelo, mirar las caras que te rodean, siempre, es duro te encuentras con la realidad , enmarcada en los ojos. Ojos que lloran delante de desconocidos, que también lo hacen. Un padre pide para alimentar a su familia, se ha quedado en paro, y no recibe la ayuda del gobierno, el desanimo cunde sobre los pensamientos, todos podemos ser él. Poca gente saca ,unas, monedas de, sus, bolsillos, temen que les roben. A lo lejos, unos, músicos cantan, las puertas se abren, se cierran, cambio de estación, nuevas caras, derrotadas, que se quedaran en el vacío, que es el suelo del vagón de metro. Los músicos se acercan, vamos de Arguelles a Principe Pio, Perales sale de, sus, voces indígenas, las bocas se mueven. Mi compañera de asiento me habla, la encanta, a mi también. Perales ha pegado sonrisas dentro de lágrimas, en un velero llamado Libertad.
Ana Maria Tapias Garcia.
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