Encuentro en dos periódicos, uno del 8 de febrero y otro del 18 de enero, dos obituarios paralelos: Hiroo Onoda, el soldado ,japonés, que se negó a rendirse y Violette Jacquet-Silberstein, violinista en Auschwitz, salvó su vida al tocar en la orquesta.
Hiroo permaneció mutilado ,de la razón, en una isla filipina treinta años, tras la derrota del Ejército Imperial. Violette tras ser liberada ,el 15 de abril de 1945 , por los soldados ingleses de Bergen-Belsen, abandonó el violín, relatando su historia en una autobiografía para niños titulada" Los largos sollozos de los violines de la muerte".
Hiroo y Violettte, sin saberlo, formaron parte de la ética de la violencia. Sus corazones nunca se amaron, pero latían al ritmo, de las balas, que alguien, instrumentó,para dar sentido a su locura.Las guerras no deben formar parte del olvido, sino de la memoria colectiva del sufrimiento.
Ana Maria TapiasGarcia.
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