viernes, 13 de junio de 2014

ÉL

Caminaba entre gente bien vestida, perfumada, arrogante de cosas. Caminaba erguido, parecía un Frankestein de las calles: su traje roto, sus zapatos abiertos, su mirada  entera, valiente. Nada tiene y nada pide. Todos hemos construido, en el laboratorio del olvido,  a seres sin hogar.  Seres cuya dignidad les salva del abismo de comer basura, de sentirse ajenos a la sociedad que les arrebata sonrisas,  para regárselas a los grandes almacenes. Él,  es un caballero andante, tal vez el que todos hemos anhelado,  encontrar alguna vez.

Ana Maria Tapias Garcia

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