Una hoja, no es un alma que vaga sin destino; si nos acercamos a ella, descubrimos que tiene un corazón que late a ritmo de despedida; que es su quehacer cada otoño, cuando la melancolía roza su mirada, que llora bajo la lluvia, hasta caer en el abandono de sus sueños, que yacen escuálidos, que anhelan volar, que susurran a la eternidad, que nunca los abrazará, porque su pensamiento ha muerto en el olvido
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