El
destino es un sueño lejano, que rozamos con nuestro pensamiento: que se diluye
en el interior de nuestra sombra; que se acerca al mañana; que corre por
nuestra sangre, demasiado deprisa para hablar, para dialogar, para expresar
nuestra necesidad, de no sentirnos atrapados por el tiempo: que nos vencerá en un día donde nuestro
corazón será enterrado en el olvido.
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