No sé
si me gustaría volar si tuviera alas; pero admiro la grandeza de
las cigüeñas cuando despliegan sus alas, y se mantienen firmes,
equilibradas, serenas, sobre el horizonte; que las abraza, que las acaricia,
que las susurra, que las invita a ser estrellas del día, para que las miradas,
de aquellos, que se enfrenten con universos subordinado a a lágrimas; puedan soñar en libertad; acogidos a las
sonrisas; sobrellevando las dudas del destino, que se quedan colgadas de la nada, donde una figura estilizada las abandona en medio del silencio.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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