La voz
del atardecer es un susurro, que es complicado de escuchar, para ello, hay que
abrazar la belleza de vocales y de consonantes, que se incrustan en los
edificios manteniendo el equilibro, para
no caer en la oscuridad; ya que, la noche, silencia su necesidad de seguir
vivos; sumerge su alma en el olvido, que invita a llorar su ausencia que
se desdibuja con los últimos de rayos del día, que crean nostalgias de un
día, que ya es memoria.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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