Las
cigüeñas parecen pequeñas en sus nidos, pero si se acercan a nuestros sueños,
su figura se agranda dentro de nuestras pupila, exhaustas de luchar, agotadas
de pelear, agónicas de sufrir, por lo
que nunca seremos y siempre deseamos ser; las cigüeñas, se cuelgan de nuestra
esperanza de ser libres, sin manos que nos derriben, sin cuerpos que nos
acosen, sin espectros que nos asesinen, en medio de la rutina, que será olvido
en el horizonte, donde el vuelo lejano de las cigüeñas escriben nuestro
destino.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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