Oigo la lluvia, cae a la fuente como caen las palabras de los que me representan, esos que olvidan al hombre que pide con un vaso de plástico, a la puerta de la tienda de comida barata donde compró el pan, los yogures, el queso y alguna verdura. Me mira suplicante ante la indiferencia, ante el dolor de mis céntimos, que se sonrojan, que tiemblan, que tamborilean entre mis dedos.
Los políticos siguen hablando sin mojarse.
Los políticos siguen hablando sin mojarse.
Ana Maria Tapias Garcia.
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