Caminaba a las siete por el Acueducto, ya había anochecido. Sentí miedo. El misterio se colaba en mi mente. Aquellas calles que en el día parecían sobornables, en la noche me acuchillaban. Es como las personas con las que me relaciono. Creo conocerlas con el sol, pero al llegar la noche me mienten, me repito que no son malas, que no son crueles. He de llegar a casa sin heridas que dejen cicatrices en mis pasos. Me clavan sus pupilas en mis pesadillas, el miedo crece, soy vulnerable al misterio.
Ana Maria Tapias Garcia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario