400 seres humanos han perdido la vida en la coste Norte de Egypto, sus cuerpos yacen hundidos bajo el mar, que no es su asesino. Sus asesinos somos quienes miramos a nuestras preocupaciones; contemplamos las ausencias de las despedidas bajo la lluvia; lloramos ante el caminar pausado del enemigo; rezamos a la inhóspita fragilidad de la incertidumbre; comemos sin apetito para quedar bien ante el espejo. Nuestros problemas nos cercenan la empatía, y al otro lado mueren seres humanos que sueñan mundos mejores.
Con cariño a las victimas.Ana Tapias
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