Al otro lado de la inocencia está la maldad. He conocido muchas personas envidiosas, crueles, falsas. Podría deletrear sus nombres; dibujar sus rostros; perfilar sus pasos; cotillear sobre sus vidas inacabas; lancear sus palabras mal escritas; acuchillar las miradas que me dirigen; pero me exilio en la noche, sueño que soy otra, que soy feliz, que vuelo hacia la inocencia. Despierto y las veo.
Ana Tapias
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