El silencio duele como si fuera un final, en mis tardes descafeinadas. Estamos a punto de terminar el Curso; apuramos nuestras caras, antes de que se diluyan en el vago recuerdo. Una manzanilla, dos botellines, una botella de agua, y un descafeinado, jalonan nuestro descanso en un bar, enfrente de la decante estación de tren de Segovia. Hablamos, hasta que alguien dice la última palabra, no sabemos cómo continuar, ante esos desconocidos, que en una semana, habremos sustituido sin dolor. La vida es un recodo de momentos para olvidar.
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Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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