El miércoles, en el bar, de enfrente de la vieja estación de tren de Segovia, tomábamos café, se sentó a mi lado. Me miraba fijamente a los ojos, mientras me preguntaba¿ Qué es lo tuyo, para qué vales Ana? Sus manos, ahogaban mis respuestas, ninguna le gustaba, todas las condenaba, las criticaba, las dejaba sin sentido. Me arrojó contra la incertidumbre, donde me mantuve parte de la tarde y de la noche. No lograba dormir, sentía su mirada sobre mis actos, pequeños, inútiles, negados de certezas. A la mañana siguiente, ya más aliviada, descubrí la verdad, de aquel hombre que me juzgaba, era un toca pelotas.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario