Las amapolas nos vigilan desde su sombra. Son calladas, tímidas, exigentes. Pretenden que nadie las encuentre; a la vez, nos sonríen desde sus pétalos rojos, que se hacen interminables, perfectos, insostenibles a la mirada.
Bajamos los parpados, asumiendo que nunca seremos como ellas.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
No hay comentarios:
Publicar un comentario