Cuando era pequeña, México, era para mí, un país de rancheras, cantadas por hombres, con bigotes prominentes, y sombreros más grandes que las pamelas, que lucían en Ascot, las señoras que tomaban te a las cinco de la tarde. Al crecer, he descubierto que debajo de la música, hay miles de cadáveres de mujeres. El diario el "Mundo", del sábado 13 de Mayo, muestra la foto de Miriam Rodríguez, activista asesinada, que buscaba a su hija, también asesinada. Parece increíble que haya seres humanos, que se dediquen a dejar en las cunetas a otros. No hay razones, no hay causas, no hay sentido, a quienes ejercen la profesión de ejecutores. El destino de estas mujeres no era morir, sino luchar por un México justo, libre, democrático. Sus cuerpos son la bandera, que ondea en cada palabra ahogada, en cada silencio ensangrentado, que grita libertad.
Con admiración y cariño a las victimas.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
Con admiración y cariño a las victimas.
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