He pasado unos días frente al mar, no he podido asumir su belleza. El mar que cantan los poetas no es el mío. El mío es una mancha de sangre, de sudor y de lágrimas. Cuerpos a la deriva, llegan hasta nuestras costas. Ante la mirada hacia otro lado, de los dioses sobre lo que depositamos nuestra soberanía. Esos cuerpos vencidos por las olas, son importantes, para quienes, que luchamos por un paraíso de sueños iguales.
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Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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