Es curioso, los disfraces que adoptamos en la vida. Unos, apuestan por usar zapato plano; otros, por dominar con tacones; algunos, corren con zapatillas. Nuestra paradoja, es olvidar que la muerte nos susurra cada instante, su presencia, su llegada, su memoria. A veces, me gustaría encender la lámpara de mi mesilla de noche, para hablar con mis muertos. No puedo, he perdido su retrato. Me levanto, con lágrimas en mi corazón. Calzo mis pies, con las manoletinas de otra mujer, para sobrevivir al duelo.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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