Mis abuelos paternos desaparecieron de mi vida, con cuatro meses de distancia. Primero, fue mi abuela. Una noche, perdió el latido en su cama, junto al abuelo; quien al llamarla al amanecer, descubrió que no contestaba. Salió corriendo, asustado, en medio de la nevada que había caído, gritando. No pudo superar su ausencia. A los cuatro meses, decidió partir junto a ella. A veces, la enfermedad se alía con la desesperación.
Cada vez, que vuelvo a la casa de mis abuelos, hoy habitada por uno de mis tíos. Recorro mi infancia. Cubierta de caminos sin semáforos; de vacas que pastaban ajenas a la contaminación; de gallinas que ponían huevos, que no estaban en cajas de cartón; de vecinos sin afeitar, que salían a la calle en zapatillas. Mi mirada, anhela encontrarse con la de mis abuelos. Tal vez, por eso, intento descifrar el lenguaje del horizonte; donde mis abuelos escriben cada dia.
Con todo mi amor a Saturnino y Evarista, mis abuelos paternos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
Cada vez, que vuelvo a la casa de mis abuelos, hoy habitada por uno de mis tíos. Recorro mi infancia. Cubierta de caminos sin semáforos; de vacas que pastaban ajenas a la contaminación; de gallinas que ponían huevos, que no estaban en cajas de cartón; de vecinos sin afeitar, que salían a la calle en zapatillas. Mi mirada, anhela encontrarse con la de mis abuelos. Tal vez, por eso, intento descifrar el lenguaje del horizonte; donde mis abuelos escriben cada dia.
Con todo mi amor a Saturnino y Evarista, mis abuelos paternos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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