El silencio puede ser apasionado, pasando a ser un susurro impreciso, que se volatiza en un ambiente cerrado, opresivo, sin contaminar. El silencio puede ser frío, trasformado en humo invisible, que sale de nuestras bocas que caminan bajo las estrellas sin poder sonreír. El silencio puede ser caliente, camuflado en el ventilador, que aspira de nuestros cuerpos el sudor maldito de la rutina. El silencio es parte de nuestra sombra, por eso, nunca llegaremos a hablar con él
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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