miércoles, 22 de noviembre de 2017

Mamografia

De pequeña, acompañaba a mi madre a hacerse una mamografia. En una sala reducida, mujeres que me parecían, muy mayores, se agolpaban esperando que las llamaran para hacerse una prueba.  Algunas salían satisfechas; otras volvían a entrar cabizbajas, preocupadas, doloridas, algo no había salido bien. A los cuarenta años, descubrí que tenía un bulto en la mama, derecha, me pasé casi tres meses con una pelota de tenis en mi cuerpo.  Me mandaron al Ginecólogo, un hombre mayor que no me explicó nada, y se equivocó en el diagnóstico. Firmó la prueba la mamografía, que desveló la evidencia un bulto. De la mamografía, pasé a la ecografia, al Tac, y a la biopsia, Tenía un quiste de agua que fue pinchado. Decidí hacer una vida sana: adelgacé, empecé a caminar. Nunca he fumado, ni bebido más de cuatro cervezas en una noche. A los 45 años, me sometí a la mamografia indicada( la Junta de Castilla y León en su programa de "Detección Precoz del cáncer de mama") Pirmero una mamografía y al mes me llamaron del Hospital para una ecografia. Acabé en manos del doctor que me pincho el quiste a los 40. Me dijo"Vamos a hacerla por si salta la liebre", no saltó. Tengo la mama fibroquistica como mi madre y hermanas. Ayer, cumpli 47 en Septiembre, me sometí a otra mamografia. Estaba nerviosa, una de mis amigas, me mandó un Whatsapp, anunciándome que me esperaba un enfermero, bruto, que me iba a hacer mucho daño; que las mujeres se quejaban de él,  que no dudará en hacerlo.  Mis pechos estaban, desquiciados, pero, fui con otra amiga enfermera, que logro tranquilizarme en el trayecto. Al llegar a Radiología, le vi. Me llamó, "Quítate la ropa de la parte de arriba", entre con el pecho descubierto, en la sala, donde se ubicaba el mamográfo, le dije"No me hagas daño, que tengo quistes en el pecho". Me ignoró.  Me colocó bien. No te muevas, cuatro placas, y se fue. Las mamografias serían más agradables  y llevaderas, si los encargados de hacerlas nos trataran a las mujeres como personas no como ganado. Las mujeres sufrimos, semidesnudas,  delante de un desconocido que al menos podría sonreír.

Ana Tapias( todos los derechos reservados)

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