Ser niña es más difícil que ser niño en cualquier parte del mundo. En Occidente, ser niña cada día se iguala más a ser niño. A mis dos sobrinas, las inculcó que sean científicas, ingenieras, astronautas, y ellas van asimilando que no sólo pueden ser maestras o enfermeras. En Afganistán, las niñas son objeto de consumo para los hombres. Un intermediario las vende, sus padres son pobres, a un hombre con el que se tendrán que casar, que las violará cada noche, que las pegará cada día, que las obligará a ser parte de su indumentaria de poder. Las niñas en Afganistán, no saben lo que son las sonrisas al despertar, ni caminar bajo la lluvia sin paraguas, ni dar la mano a sus madres o padres al cruzar un semáforo, ni disfrazarse de princesas en un cumpleaños, ni montar en bicicleta en el parque. Las niñas de Afganistán, son cuerpos sin sentimiento, son ojos sin pupilas, son máquinas de tener hijos. El mundo de sueños decapitado las ha degollado.
Ana Tapias( todos los derechos resrevados)
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