Dos días, han pasado, desde que supimos que habían robado en nuestra casa. Hecho que nos tiene sumidos en un duelo, del que intentamos salir segundo a segundo, minuto a minuto. Las horas por la noche se hacen eternas, es como si no pasará el tiempo, cualquier ruido se vuelve una nueva amenaza. Esos desconocidos que han degollado tus cosas, a quienes nunca detendrán, pueden volver a entrar, o, sino otros, y el miedo llama a la imaginación en el momento más inesperado. Uno se siente intimidado por la extraña presencia de los invitados de lo ajeno. No reconoce su casa. La detesta por dejarse hacer eso. Por no resistir. Por permitir que otros la desearan. Por no ser fiel a nuestras cosas. Cuando ellos destrozan la puerta e invaden nuestro terreno, hemos de aprender a caminar de nuevo por pasillos, a acariciar recuerdos, a sentir nostalgia destruida por sus manos.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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