Las noches de otoño, se prolongan desde la seis y media de la tarde, hasta las nueve de la mañana del día siguiente. La luz artificial nos mantiene, al lado, de la vida, que se apaga, sin remedio, bajo nuestra mirada, que languidece como si de una sombra de hoja se tratara, vencida por las circunstancias inmediatas. La rebelión es imposible, no podemos llevar linternas bajo nuestros zapatos, hemos de acostumbrarnos a perseguir farolas en la distancia.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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