Hay silencios elocuentes y premeditados que hablan desde dentro. A esos silencios, es bueno tomarlos de la mano, pues nos guiarán en la respuesta a nuestra pregunta. A esos silencios, es obligado acostumbrarse, pues no siempre las cuerdas vocales son capaces de aclarar nuestro alfabeto del amor o del dolor. A esos silencios, hemos de practicarlos la autopsia para no herir al cuerpo que yace moribundo sin voz. A esos silencios, tenemos que respetarlos para que no alcancen las lágrimas. A esos silencios, llegamos cuando la comisura de nuestros labios se cierra en un horizonte sin esperanza.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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