Cada día es un milagro; la tierra se podría caer en
cualquier momento a un agujero negro donde olvidaríamos el olor de las flores; ser invadida por extraterrestres, quienes nos
condenarían a ser su mano de obra
barata; dar vueltas sin cesar, no tendríamos más remedio que aprender a a
caminar boca abajo. Pero de momento, sigue girando sobre su eje y regalándonos
el amanecer y el atardecer. Donde el sol aparece y desaparece como si fuera un gran
balón amarillo al que golpear con la mira, da para meterlo en una portería
donde las utopías son posibles; los sueños alcanzables; el miedo minusválido de
momentos; y la esperanza doblegada a un mundo sin fronteras. Cada día es un
rezo a lo posible
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©
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