Yo nací en septiembre de 1970; apenas, tengo recuerdos de la dictadura, ni
de su ejecutor. En mi familia, la Guerra civil, tuvo combatientes en los dos
bandos: ninguno de los dos bandos, me hizo estigmatizar al otro. No hubo
traumas, ni rencores, a los que sujetarme. Así que, escribo desde la
objetividad, sin sentimiento de duelo, ni levantando puños, ni manos, hacía el horizonte. Creo que el dictador
no debe erigirse en un monumento a la victoria( ha de ser rezado,
llorado, por su familia; y, olvidado por aquellos a quienes destrozó la vida)
El dictador, no merece el
reconocimiento de la posteridad, sino la condena democrática de una sociedad,
la española; que aún, tiene escondidos a miles de hombres y de
mujeres; bajo cunetas; en fosas comunes en cementerios, sin identificar.
Ellos y ellas, han de ser exhumados y enterrados con la dignidad del recuerdo;
que nunca la ha de tener el dictador.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)
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