domingo, 12 de agosto de 2018

La violencia

Cada día, nos asomamos a la realidad más vacunados contra la violencia. En un barrio de Segovia, en San Lorenzo; un joven fue golpeado en el fragor de una verbena, tan sólo,  porqué dio un empujón a otro. Esta violencia local, se suma a la violencia diaria contra las mujeres; en cualquier lugar del mundo, que nunca sabremos y que yace olvidada entre las lágrimas y la sangre de las víctimas. La violencia extrema son las guerras, que tampoco conocemos con exactitud los frentes abiertos;  las trincheras imposibles de cuantificar encerradas, en esos países, que ignoramos por qué no viajamos, ni viajaremos nunca, Pero, si hay otras guerras que nos llegan; así, la Guerra en Siria, que sigue y no acepta treguas; cuyos muertos, sólo hablan entre ellos, por miedo a ser de nuevo asesinados. La Guerra en Yemen, que se prolonga desde 2015; no deja de fabricar inocentes sin vida. Siempre nos duele más cuando estos son niños.  El 9 de agosto, un ataque, ha producido 50 muertos, entre ellos niños. Veo sus fotos sufriendo, sin entender el porqué de su dolor y naufrago en su sufrimiento. Me tumbo a su lado en la camilla;  los agarro de la mano; curo sus heridas; me hago eco de sus lamentos; agonizo en su respiración. La violencia nos mata a todos; por eso, hemos de crear un mundo sin ella; buscar el diálogo en vez del enfrentamiento; soñar con una sociedad sin fronteras de lágrimas, sino de pasaportes de sonrisas; asumir que las balas, las bombas, los ataques químicos han de ser desterrados del afán de venganza, la única venganza posible es el perdón.
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©

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