Cada
asesinato, nos llena de indignación, de aspereza hacia un sistema legal, que
no, nos cuida; que nos desprotege; que nos deja a la intemperie, para ser la,
nueva, victima sin nombre, sin apellidos, sin rostro; que elegirá al
azar, un sujeto, que nunca se ha adaptado a vivir en sociedad; que carece
de empatía; que busca el sufrimiento; que se crece ante la muerte de otros.
Pese, a lo que diga, el Articulo 25 de nuestra Constitución"Las penas
privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la
reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos
forzados". Quitar una vida, que es lo único que en realidad nos pertenece,
debería estar penado a no salir nunca de la cárcel; pues al otro lado de la
tierra, incomunicado con la realidad, yace un cadáver ensangrentado, cubierto
de olvido, erosionado por la memoria; sin destino, ni horizonte, al que su asesino
se abraza cada atardecer.
Ana Tapias( todos los derechos reservados))©
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