Lo efímero se escurre de entre las manos.
Son pequeñas gotas, que nunca se quedan quietas, que no apuestan por ser
sedentarias, que descartan besarse por miedo a olvidarse demasiado
rápido; que eliminan gestos para no tener que borrarlos. Lo efímero nunca duda
y eso siempre es bueno para no llorar
Ana Tapias/( todos los derechos resevados)©
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