¿Las
calles hablan? Nunca he escuchado sus voces, así que intuyo, que callan por
fidelidad a sus maestros canteros, quienes murieron en la soledad de camas de
casa o de hospital; alejados de aquellas calles, a las que vieron
nacer, crecer y convertirse en eficientes conductoras de sueños, de
anhelos, de esperanzas, de sonrisas, de lágrimas, de besos, de susurros mal ;
para ser portadoras de coches, de sillas de ruedas; de carritos de bebé;
de bicicletas; para calmar la ansiedad de tubos de escape; para escuchar a las
papeleras; para evaporar la ternura de las miradas a las nubes. Las calles
callan por temor a parecer más humanas que los humanos
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