Estoy
atravesando el duelo de un familiar, quien de repente, sin previo aviso, ni
justificación, ha dejado de estar a mi lado(hecho que respeto) Estoy agotada de mis lágrimas, de la secuencia
triste de mis pasos, de la angustia de
mis recuerdos. Este año, no me apetece que llegue la navidad, pues tendré
que estar a su lado, e intentar sonreír como si nada hubiera pasado; como si mi
dolor y el resto de los miembros de mi familia de los que se alejó,
fuera un precio por algo que no hicimos; como si la excusa de quedar bien con
nuestros padres abarque soportar su mirada, que es dura,
fría, gélida, inhóspita. Las despedidas, como la suya, deberían ser como las de un viaje en autobús de ida, no como las de ver pasar una locomotora cuyo humo asfixia aquello por donde pasa.
Ana Tapias( todos los derechos reservados)©
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