Despertarse
siempre es un sueño, una no muerte, algo fortuito en manos del destino. La
rutina, que descuidamos, que marginamos, que olvidamos bajo mil sucedáneos, es
necesario amarla, porqué nunca sabemos dónde ni cuándo terminará. Por eso,
hablo con cada objeto que me recuerda que estoy viva.
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